martes, 5 de diciembre de 2006

...espera


...la mirada abajo recorriendo distraídamente las imperfectas uniones de un cuadro del suelo con otro. Así, hasta ver la delgada línea amarilla que no debemos rebasar y el pozo lleno de tablas y piedritas...

¿Llegará? la mirada sube ahora hacia el techo para ver el letrero luminoso Dirección Cuatro Caminos; 3:10, ─ ¡Más de media hora! ─, un suspiro y de nuevo los al suelo, a la seguridad del amarillo y a las piedras de las vías, que de vez en cuando son interrumpidas por un tren naranja que abre y cierra sus puertas para que todo aquel que lo espera Antes de entrar permita salir.

La mirada sube del piso hasta la línea amarilla, una y otra vez con cada tren, hasta que en uno de esos impacientes recorridos por fin alcanza a ver el estuche de un misterioso instrumento, un largo abrigo negro, unos ojos grandes de mirada profunda,

una nariz tan fina como su figura,

una sonrisa,

un hola

y un beso en la mejilla.

…la espera ha terminado.